lunes, 7 de mayo de 2012

Diez platos del rock nacional (y dónde comerlos)

Esta vez apelamos al gen argentino de la mano de un bastión cultural que también supo meterse en la cocina: el rock.

Spaguetti del rock (Divididos). La cátedra
Desde el álbum El narigón del siglo (2000) este pegadizo tema explotó en las radios porteñas con sus potentes arreglos de cuerdas y sus metáforas incomprensibles. ¿Quién entendía, después de todo, qué significaban aquellos “pistones de un curioso motor de humanidad”, la “pantalla de la muerte y de la canción” y hasta los propios “spaghetti del rock”? Así y todo los fideos de Mollo & Arnedo quedaron inmortalizados entre los platos más pedidos del menú rockero vernáculo, y por eso hoy recomendamos probarlos en su versión con ragú de cordero de La Cátedra. De postre –obvio– sólo dame un limón. Cerviño 3943, Palermo

El salmón (Andrés Calamaro). Miranda
Es el tema con el que Calamaro suele abrir los shows y el nombre de su trabajo más titánico (quíntuple disco, año 2000), además del apodo con el que cariñosamente se conoce a este músico que ya tantas veces fue y volvió de los escenarios, de bandas varias, de España, de las drogas, del amor, del tango y del rock. A la hora de homenajear a quien, a pesar de todo, siempre siguió la misma dirección, elegimos el salmón de la parrilla fashion Miranda, que sale con verduritas y un deep de yogur y miel a $89. Si es rápido y es rico, entonces, ¿why not? Costa Rica y Fitz Roy, Palermo


Moscato, pizza y fainá. (Memphis la blusera). La universal
Lavalle, hora 23: las chuchis hierven. El fin de la noche todavía no había llegado y el primer disco de Memphis (Alma bajo la lluvia, 1982) era recibido a naranjazos limpios en el Festival B.A. Rock. Sin embargo, luego de ese inicial rechazo, el público iría poco a poco haciéndose amigo del pulso blusero y barrial de esta banda que dio a luz una verdadera catarata de hits, incluido el grasoso corte de difusión que hasta hoy puede degustarse en la ya mítica pizzería que nombra. Rivadavia al 8800, Flores.

Jugo de tomate. (Manal). Vida Bar Slow Food
Hurgando en las más remotas raíces del rock nativo nos encontramos con esta canción en la que, allá por 1970, Alejandro Medina explicaba en su seductor registro ronco y grave qué era lo que hacía falta “para inmortalizarte como héroe, asesino y semi-dios”. Nadie imaginaba entonces que cuarenta años después, en pleno furor de la comida sana, la historia le daría la razón poniendo de moda las juguerías.
Migueletes 994, La imprenta


Guacamole (Kevin Johansen). 5ta Esencia
Devoto incansable de los jueguitos de palabras, el músico angloparlante cantaba desde el primer corte de su primer disco (The Nada, 2000) aquel curioso estribillo de “vamos a comer a lo de Beto, que nos hizo guacamole”. Verde, cremoso y con un ligero toque a cebollitas y cilantro, el aderezo mexicano que supo inspirar a Johansen puede paladearse junto a un cuenco de crocantes nachos en este bonito restó de la zona norte. Debenedetti 617, La Lucila

Asado (Artistas varios). Lo de Charly
Arraigada como está en los asuntos cotidianos, no había forma de que la temática rockera no se ocupara del plato insignia de los argentinos. Desde aquel lejano “Me fascina la parrilla” que en los ochentas evocaba Virus hasta el indescifrable “La vaca y el bife” de Las pelotas, fueron varias las bandas que dedicaron un par de acordes a la carne a las brasas y sus efluvios, como es el caso del CD Chory Invaders (by Asado violento), o Un asado en Abbey Road, de los jocosos Kapanga. Ahora, puestos a elegir un sitio de dónde comer un buen asado, nos inclinamos por esta parrilla rockera por antonomasia. Álvarez Thomas 2101, Chacarita

Sopa de caracol (Fabulosos Cadillacs). Miramar
Aunque Vicentico & Cía reniegan hoy de su pasado hitero,  fueron los ritmos latinos los que los catapultaron inicialmente a Obras y a su primera gira latinoamericana después. Sopa de Caracol, del año ’91, fue un maxi de cuatro temas cuyo primer corte sigue haciendo las delicias de los fiesteros de las bodas con su irresistible “watanegui consup, iupipati, iupipati”. Como encontrar un restaurant que preparara este plato fue virtualmente imposible, recomendamos los caracoles con salsa de tomates frescos que sirven en Miramar y son, eso sí, suculentos como pocos. (Yo te avisé.) 
Av. San Juan 1999, Boedo.


Salsa! (Los Twist). Bruni
Corría 1983 y el rock contestatario dominaba el éter sin competencia cuando la banda liderada por la dupla Cipolatti-Melingo irrumpió en la escena con sus temas saltarines y divertidos. La dicha en movimiento se llamó el primer álbum cuyo cuarto corte prometía que “pajaritos de colores vas a ver, cuando pruebes esta salsa que compré”. Pero, ¿dónde probar una buena salsa? Fácil: en este emprendimiento del zorrito Von Quintiero, con especialidad en cocina italiana y pastas. Sucre 696, Bajo Belgrano


Buseca y vino tinto (La renga). El puentecito
Anticomerciales y contestatarios, los chicos de Mataderos se hicieron famosos porque, entre otras cosas, consiguieron imponer a su discográfica un aumento de regalías del escueto 3% a alrededor de un 20%. Para celebrar tamaño triunfo podrían haberse allegado hasta El puentecito, un bodegón que sirve excelentes carnes en un ámbito relajado y familiar, igual que aquella canción que, renegando de recetas complicadas, proponía allá por el ’91 que “esta noche, nena, te invito a morfar”.  Luján 2101, Barracas

Patricio Rey y sus redonditos de ricota. (Desconocido)
“Estos delirantes tipejos no publicitan un cuerno nada de lo que hacen, pero las noticias se corren y los teatros se llenan», escribía Gloria Guerrero en la revista Humor de diciembre del ‘82. Lo que nadie sabe a ciencia cierta es qué son exactamente los “redonditos” de ricota. Se supone que se trataba de ciertos bocaditos que se repartían en los primeros shows pero, ¿eran ravioles? ¿buñuelos? ¿ñoquis? Nadie puede explicarlo. Y si no hay plato, no podemos tampoco recomendar un restaurant. Por eso quizás sea mejor que, por esta vez, cada quien piense qué boliche le recuerda a los redondos, qué boliche o qué plato, o comida, o bebida, o postre, o merienda, o cerveza, o medialunas o qué manteles, de lienzo blanco, en su corazón.

Esta nota fue publicada en la revista Playboy

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