Revolution (The Beatles, 1968)
Son buenos estos
chicos de Liverpool. Prometen. Sin embargo esta no pareciera ser una de sus
mejores canciones, sobre todo porque al calor de un año tan efervescente como
1968 la letra pareciera decir algo así como: “de acuerdo, hagamos la
revolución, pero mejor vayamos despacio ¿si?, sin que se note tanto tampoco. Y
quizás hasta a algunas cosas podamos mantenerlas como están”. O sea: que más que
revolucionario, el tema suena medio reformista. Pero no podemos pedirle peras
al olmo tampoco: más allá de la calidad incuestionable de sus canciones, los
Beatles no dejaron de ser a la vez una de las bandas más comerciales en toda la
historia del rock mundial.
Revolution (Nina Simone, 1969)
Talentosísima,
apasionada como pocas y conocida también por su lucha en el Movimiento por los
Derechos Civiles, Eunice Kathleen Waymon (tal fue su nombre real) grabó a lo
largo de su carrera varias canciones de tinte político, como "To Be Young", y "Mississippi Goddam" (en respuesta al asesinato de Medgar Evers y al ataque terrorista a la iglesia de Birmingham, Alabama, en 1963, por parte de supremacistas blancos y que se saldó con la muerte de cuatro nenas negras). Este tema en particular
no tuvo demasiado éxito, y en un punto tal vez sea cierto que le falte cierta “fuerza
revolucionaria”, especialmente cuando intercala la línea “it’s gonna be
all right”, tan habitual en el siempre hueco discurso publicitario.
The Old Revolution (Leonard Cohen, 1969)
Como artista completo que es (cantante, pero también poeta y
novelista, incluso se ganó en 2011 el Príncipe de Asturias a las Letras), Cohen
despliega en este tema una letra desgarradora y melancólica, aparentemente referida
a ciertos sueños revolucionarios que con el paso del tiempo fueron quedando en
la nada mientras el narrador “encuentra su lugar en la cadena”. Qué podemos
decir al respecto: ojalá nunca nos suceda.
Children of the Revolution (T
Rex, 1972)
El tema fue lanzado como un single, pero jamás llegó a ningún álbum de
esta banda que puede catalogarse como la primera agrupación “glam rock” de la
historia. En cuanto a la canción que nos ocupa, la letra parece ser bastante
críptica: por un lado le dice al oyente que podrá hacer un montón de cosas
-como “gritar y gritar” o incluso “derribar un avión en el medio de la lluvia”-
y sin embargo jamás podrá “engañar a los hijos de la revolución”. ¿Será así?
También habla en un momento de cierto paseo en Rolls Royce, lo cual tal vez esté
refiriéndose a la hipocresía que a veces impera en el mundillo de la música,
cuando por ejemplo se cantan letras “comprometidas”, pero por otro lado el
nivel de vida de los artistas que las crean no se condice para nada con su
contenido.
Revolution (Bob Marley and The Wailers, 1974)
En el ’74 Marley pasó gran parte de su tiempo trabajando en "Natty
Dread", un álbum que incluyó canciones como "Talkin’ Blues", "No
Woman No Cry", "Lively Up Yourself" y también "Revolution",
que a decir verdad no aporta nada demasiado sensacional, más que frases
sueltas como “se necesita una revolución
para llegar a una solución” o “nunca deje que un político le conceda un favor”.
Todo bien Bob, pero con eso no hacemos nada.
Revolution Rock (The Clash, 1979)
Una banda fuera de serie y un tema que, hamacándose con soltura entre el rock y el
reggae, es capaz de hacer saltar del asiento a cualquiera con un poquito de
sangre en las venas. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que la letra se aleja ya
de cualquier tinte político para cantarle, simplemente, a cierta presunta revolución
rockera que nos hará mover los pies en un verdadero “estado de shock”. La
canción –como es de público conocimiento- fue grabada en estos pagos por los Fabulosos
Cadillacs, quienes la incluyeron en su tercer álbum, "El ritmo mundial", de 1988.
Viva la revolution (The Adicts,
1981)
Siguiendo en la línea del punk rock británico, pasamos ahora a esta
banda cuyo aspecto más revolucionario es –quizás- una trayectoria de 37 años a
lo largo de la cual supieron mantener los mismos miembros y una filosofía
bastante coherente. El tema del que hablamos pertenece a "Songs of Praise", el primer disco que
ellos mismos financiaron, grabaron y mezclaron en apenas 24 horas. La canción, desde
luego, suena poderosa, en especial cuando alienta a “levantar la voz”,
“levantar la bandera” y “aplastar los símbolos que hemos tenido hasta ahora”.
Cerca de la Revolución (Charly
García, 1985)
Se sabe que “Charly” grabó en 1985 su tercer álbum de estudio como
solista, "Piano Bar", y ahí mismo, entre hitazos como “Demoliendo hoteles”,
“Promesas sobre el bidet”, “Raros peinados nuevos” y “No se va a llamar mi
amor” metió esta canción escrita en el momento preciso en el que los argentinos
recuperábamos la democracia. El tema arranca con cierta angustia y desconfianza
(“¿Por qué no puedo amarte?”, “¿Por qué eres tan distante?”), aunque en el
estribillo se ocupa de anticipar una eventual reconciliación: “Pero si insisto,
yo sé muy bien te conseguiré”.
Talking bout Revolution (Tracy Chapman, 1988)
El último y mi favorito en la lista: un tema cuya autora e intérprete
es esta hermosa estadounidense que arrancó a garabatear sus primeras canciones con apenas
ocho años y más tarde, mientras estudiaba música en la universidad, se dedicó a
cantar en bares y hasta en la calle. “Talking bout Revolution” es el primer corte de su primer álbum, y habla de una revolución que por ahora “suena como
un susurro”, aunque de todas formas te recomienda “correr, correr, correr,
correr”… sin explicar demasiado hacia dónde.
Quedan muchas pero
muchas más, como “Revolution is my name” (Pantera); “Industrial Revolution” (Inmortal
Technique); “Revolution” (P.O.D.); “Revolution” (The Veronicas); “Sort of
Revolution” (Fink), “Revolution” (John Butler Trio) y dos “The Revolution”: una
por Attack Attack y la otra por The Foxes. Y eso por mencionar solo
algunas.
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Me gusta la revolución, me gusta esa palabra. Me gusta que la piensen
y que le escriban canciones, me ciega de amor cuando alguien es capaz de
pararse enfrente de un micrófono y decir: “Joder, necesitamos un cambio social”.
Lo que no quiero es que una palabra tan preciosa se banalice. Por ejemplo: que un jabón para la ropa termine siendo “revolucionario”.
Pónganle la voz entonces los que saben cómo hacerlo, métanle guitarras
y un piano y baterías, compónganle himnos y suéñenla, todo junto si quieren, pero en el
medio de la fiesta, mientras cantamos y bailamos, no nos olvidemos de que de
una vez, más temprano que tarde, deberíamos ponernos de acuerdo y empezar a hacerla.